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En caso de que entre en vigor la Reforma Eléctrica impulsada por el Ejecutivo Federal se generaría pérdida de competitividad en la industria.
Bloomberg estima que de aprobarse la iniciativa planteada en el país se generaría un incremento del 54% en el costo de la energía para las empresas.
Al respecto, Óscar Ocampo, coordinador de Energía en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), asegura que sectores como el de autopartes y el automotriz replantarían su estrategia de continuar produciendo en el territorio nacional.
“Debemos entender a la competitividad como la capacidad de un país de atraer y retener inversiones a largo plazo, lo cual parece no coincidir con la Reforma Eléctrica.
En casos como el de la industria automotriz se generaría una pérdida de rentabilidad cercana al 14%, algo muy grave si se toma en cuenta que este sector ha sido la palanca del crecimiento económico en los últimos 27 años”, advierte.
Adiós a la energía limpia
El experto en temas energéticos vislumbra que el costo de la electricidad se incrementará y además se dejará de producir energía limpia.
“En 2020, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) registró un costo de generación de megawatt hora de $1,413, si esto lo comparamos con los $1,100 que tuvieron los productores independientes —las centrales que le venden toda su energía eléctrica—, o bien con las empresas de energía limpia que surgieron a partir de 2013 y cuyo costo promedio en las últimas subastas públicas que oscilaba en 401 pesos, la diferencia es muy grande. Y dicho costo lo tendrían que asumir las empresas.
Otro punto es que tampoco se podrá garantizar cierto porcentaje de suministro de energía limpia, esto porque en el momento en que todo pase a ser suministro básico de la CFE, con el nuevo orden de despacho eso ya no será posible.
Entonces, sectores como el de autopartes o el automotriz tampoco podrán cumplir con el objetivo de reducir su huella de carbono mediante el aprovechamiento de fuentes alternas a los combustibles fósiles. Si eso ocurre, México ya no les será viable como opción para continuar produciendo, ya que luce incapaz de brindarles energía confiable, a un precio competitivo y limpio”, subraya.
Otro factor para tomar en cuenta es el incumplimiento de tratados comerciales que surgiría, como es el caso del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), o del Tratado de Integración Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT), donde se contemplan disposiciones relacionadas con el medioambiente y para los países que violen acuerdos se establecen represalias comerciales.
A esto también deben sumarse los compromisos de los fondos verdes de inversión donde México también dejaría de estar en la mesa de negociaciones.
“El encarecimiento en la actividad industrial propiciaría que los grandes perdedores resultaran los ciudadanos y consumidores, pues la Reforma planteada se traduce en bienes más costosos y menor empleo, porque en el momento de recortar gastos lo más sencillo para las empresas es despedir a sus empleados”, concluye Óscar Ocampo.
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